¡Hoy me di un estupendo baño en la playa! De vuelta a casa, en lugar de ir por el camino que conozco bien, intenté ir por otro para variar un poco.

De repente, me pareció escuchar música.

Me acerqué al lugar del que venía el sonido.

Había un bonito lago, lleno de animales alrededor: conejos, ardillas, pajaritos, patos, ranas, sapos y, para iluminar, aquella bonita fiesta, también había muchas luciérnagas luminosas.

Me acerqué y les pregunté que qué fiesta era esa. Me respondieron que era el cumpleaños del Sapo Sabiondo.

—¡Ah, tengo que felicitarle!— pensé.

—¡ Felicidades, señor Sapo Sabiondo!

—¡Mira quién está aquí! —respondió— ¡Lola Toc Toc, de la que tanto he oído hablar! No te habíamos conocido todavía.

—Claro —respondí—. No suelo venir por aquí. A decir verdad, es la primera vez que vengo, no sabía que existía este lago. ¡Y qué fiesta tan divertida!

Sapo Sabiondo me invitó a quedarme en la fiesta y acepté. Nos lo pasamos súper bien, pero de repente, ¡me di cuenta de que era de noche!

—¡Oh! ¡Qué distraída soy! ¡Me tenía que haber ido ya! ¡No conozco el camino de vuelta! Ahora que es de noche, no sé cómo volver a casa…

Todos querían ayudarme, pero nadie sabía cuál era el camino. Hasta que, de repente, Sapo Sabiondo tuvo una gran idea. Les pidió a las luciérnagas luminosas que me acompañasen hasta casa. ¡Ellas iluminarían mi camino!

¡Ah! ¡Qué gran idea! ¡Muchísimas gracias!

Las luciérnagas estaban muy orgullosas de tener una misión tan importante.

¡Y, con tantas lucecitas, el camino parecía mágico!

Mil besitos de Lola Toc Toc.